sábado, 20 de febrero de 2010

Introducción

Según el artículo 14 bis de la Constitución Nacional todo ciudadano tiene derecho al acceso a una vivienda digna. La pobreza en Argentina es un fenómeno que viene creciendo desde 1994. En el último año aumentó en 3.813.000 personas, lo que significa 762.000 nuevos pobres por mes o 25.000 nuevos pobres por día. El panorama es devastador.
La pobreza tiene múltiples consecuencias. La falta de salud, inclusión social, educación y cultura son aspectos negativos, que dejan profundas huellas en la sociedad.
Ante la falta de acción, y en busca de una sociedad mas justa para todos, son las ONGs quienes tratan de aportar su granito de arena a través de esfuerzos voluntarios. Tal es el caso de
Un techo para mi país, una organización sin fines de lucro que trabaja en distintos países de Latinoamérica.
Esta
ONG esta conformada por jóvenes voluntarios, que trabajan junto a familias en situación de extrema pobreza. Su misión apunta a mejorar la calidad de vida de las familias, a través de la construcción de viviendas de emergencia y la ejecución de planes de habilitación social. Para llevar a cabo la tarea, trabajan en conjunto jóvenes voluntarios y los habitantes de las distintas comunidades.
Actualmente, esta organización esta trabajando en el
barrio Km. 12, una zona tan apartada en nuestra ciudad, que ni siquiera forma para de la Municipalidad. Ni de Córdoba, ni de ninguna otra. Es simplemente una zona gris, por la que ningún Municipio responde.
Cuando los voluntarios llegaron al barrio se encontraron con 14 familias que debían dejar los terrenos que ocupaban hacia más de 20 años. Para evitar problemas judiciales, el comprador del terreno les donó algunos terrenos para que pudieran construir nuevas casas.
Gracias al aporte de esta persona, la ayuda de los voluntarios de Un Techo y sobre todo gracias a las ganas de estas 14 familias de tener un lugar mejor, los vecinos del lugar están construyendo un barrio.

Cifras en ascenso

De acuerdo a los datos publicados por SIEMPRO (Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales) en nuestro país existen mas de 18 millones de pobres, lo que representaría el 51,4% de la población.
La pobreza en Argentina es un fenómeno que viene creciendo desde 1994. En el último año aumentó en 3.813.000 personas, lo que significa 762.000 nuevos pobres por mes o 25.000 nuevos pobres por día.
El panorama es devastador. A mediados de la década del 70 la pobreza era una cuestión marginal. Solo el 5% de los hogares se encontraba en esta situación. Actualmente 4 de cada 10 hogares están por debajo de la línea de pobreza.
Pero no solo la pobreza crece. Los niveles de indigencia también van en ascenso. ¿Cuál es la diferencia? Indigente es quien ni siquiera tiene ingresos para comprar los alimentos básicos. En 1998 el 28,9% de los pobres en Argentina era indigente. Actualmente la cifra alcanza al 42,6% de la población.
Entre las causas que provocan esta situación podemos citar:

- El descenso de la actividad económica. Durante el primer trimestre de este año el PBI cayó un 15%.

- La inflación, que impacta mayormente a los alimentos, perjudicando a la gente con menos recursos.

- El desempleo, puesto que las empresas tienden a reducir el personal para hacer frente a la crisis mundial. De acuerdo a las estadísticas del Ministerio de Trabajo, el empleo esta cayendo al 10% anual.

- La falta de dinero resintió la actividad por cuenta propia.
Más allá de las consecuencias económicas, la pobreza tiene múltiples consecuencias. La falta de salud, inclusión social, educación y cultura son aspectos negativos, que dejan profundas huellas en la sociedad.
Evidentemente, el Gobierno no da abasto para hacer frente a esta terrible situación. Ante la falta de acción, y en busca de una sociedad mas justa para todos, son las ONGs quienes tratan de aportar su granito de arena a través de esfuerzos voluntarios. Tal es el caso de Un Techo para mi País.

Una Comunidad en tres etapas

Un Techo para mi País es una organización sin fines de lucro que trabaja en distintos países de Latinoamérica. Surgió en Chile en el año 1997 y se fue expandiendo por todo el continente.
A lo largo de más de 10 años, Un Techo logró expandirse por más de 15 países.

La organización esta conformada por jóvenes voluntarios, que trabajan junto a familias en situación de extrema pobreza. Su misión apunta a mejorar la calidad de vida de las familias, a través de la construcción de viviendas de emergencia y la ejecución de planes de habilitación social. Para llevar a cabo la tarea, trabajan en conjunto jóvenes voluntarios y los habitantes de las distintas comunidades.
Si bien la tarea más difundida de esta organización es la construcción de viviendas de emergencia, Un Techo para mi País trabaja en base a un plan integral que se lleva a cabo en tres etapas.


Etapa 1: La construcción

Un Techo cuenta con más de 5.000 voluntarios que participan en las construcciones de las viviendas. Las mismas son realizadas los fines de semana, trabajando en equipos de cinco a ocho voluntarios, que son guiados por dos jefes de cuadrilla. La casa es levantada en dos días y lo más importante de la experiencia es la relación que se entabla entre los voluntarios y las familias beneficiadas.

La casa es una solución provisoria, lo que buscamos es entablar una relación con la gente del barrio, entrar en confianza y poder darles una solución temporal al problema de la vivienda. Yo tengo en claro que no es una casa para toda la vida, a través de la construcción podemos entrar al barrio y seguir desarrollando planes de Habilitación Social”, cuenta Natalia, voluntaria de Un Techo desde hace más de un año.

Laura Poma, encargada del área de Comunicación de la organización asegura que “durante la construcción es fundamental la convivencia, por lo que se fomenta la relación con la familia. Se comparte el almuerzo y la merienda, y se busca generar un espacio de encuentro y aprendizaje mutuo.”

Dentro de esta etapa uno de los aspectos claves es la selección de la familia beneficiada. Para llevar a cabo la selección interviene el área de Detección y Asignación.Daniela, otra voluntaria, nos contó sobre el proceso de selección:
Lo primero es conocer la situación real de la villa de emergencia, saber que cantidad de familias hay, como es la organización interna del barrio, saber si hay otras organizaciones que trabajen en la zona. Una vez que tenemos el relevamiento de la situación, se plantea un acercamiento puntual a las familias. Trabajamos a través de encuestas que revelan datos puntuales como la calidad de la vivienda, la cantidad de las personas que la habitan, el nivel de hacinamiento, promiscuidad, enfermedad, servicios básicos y los ingresos mensuales

Por otro lado, existen requisitos básicos que la familia beneficiada debe cumplir para poder obtener la casa:

  • Pagar un porcentaje de la vivienda. Actualmente el pago ronda los $500.
  • Conseguir 17 pilotes sobre los cuales se asentará la casa para aislarla de la humedad del suelo.
  • Contar con un terreno en condiciones para la construcción.
  • Trabajar junto con los voluntarios en el proceso de construcción.
La casa

La casa construida por los voluntarios es un módulo de madera de 18 metros cuadrados (6mts x 3mts) formado por dos paneles de piso, seis paneles laterales, una puerta, dos ventanas, vigas de madera y techo de chapa zinc.

Etapa 2: Habilitación Social

Después de haber establecido una estrecha relación con las familias, empieza la etapa de habilitación social. En esta etapa se realizan trabajos permanentes en cada barrio.
Si bien Un Techo trabaja mediante una metodología estructurada, cada plan de acción se adapta a la realidad del barrio en el que se esta trabajando.
Los voluntarios se focalizan en áreas de formación en oficios básicos, educación, micro créditos, salud, asesoramiento jurídico y trabajo comunitario.

Lo que se busca en el trabajo de esta segunda etapa es un acercamiento a la comunidad barrial para potenciar sus capacidades y lograr la transformación de su realidad a través de sus propias iniciativas. Se busca acompañar y facilitar instrumentos que sean útiles a los habitantes del asentamiento para mejorar su calidad de vida a través de un trabajo conjunto”, asegura Laura Poma.
A través de distintos talleres los voluntarios buscan fomentar el sentimiento de comunidad dentro del barrio.
Las actividades son coordinadas a través de Mesas de Trabajo, que son reuniones semanales entre los vecinos y los voluntarios. La mesa trabaja en base a un diagnostico participativo, que releva las necesidades de la comunidad y las acciones posibles para solucionar los problemas del barrio.
Las actividades desarrolladas dentro de cada barrio dependen de los resultados de la Mesa de Trabajo. Lo más importante es que los vecinos manifiesten sus intereses y necesidades.

Etapa 3: Comunidad Sustentable

La tercera etapa del proyecto apunta a su desarrollo a largo plazo. El objetivo es fomentar un sentimiento de pertenencia a la comunidad en cada uno de los vecinos.

KM12: Una comunidad ejemplar

Km 12 es una zona apartada en nuestra ciudad. Tan apartada, que ni siquiera forma para de la Municipalidad. Ni de Córdoba, ni de ninguna otra. Es simplemente una zona gris, por la que ningún Municipio responde.
Allí viven muchas familias que trabajan todos los días para conseguir mejores condiciones de vida. Entre los problemas mas graves están la falta de transporte, escuelas o cualquier tipo de servicio de salud.
Los voluntarios de Un Techo para mi País llegaron el año pasado. Hasta el día de hoy construyeron cinco casas y actualmente trabajan, junto con los vecinos, para mejorar las condiciones de las personas que allí viven.

Cuando los voluntarios llegaron al barrio se encontraron con 14 familias que debían dejar los terrenos que ocupaban hacia más de 20 años. Una persona, “El Hombre” como lo llaman los vecinos del lugar, había comprado las tierras al lado del canal donde ellos vivían.
Para evitar problemas judiciales, “El Hombre” les donó terrenos para que pudieran construir nuevas casas. Gracias al aporte de esta persona, la ayuda de los voluntarios de Un Techo, pero sobre todo gracias a sus ganas de tener un lugar mejor, los vecinos del lugar están construyendo un barrio.
El proyecto incluye la edificación de 14 casas, una cancha de fútbol, un dispensario y un ropero comunitario.

El principal problema de la zona en una combinación nefasta de falta de salud y grandes distancias.

Al dispensario que tenemos ahora le falta de todo. El medico viene dos veces por semana y si llega y no hay nadie se va”, cuenta Rosa, vecina de Km 12. Madre de un chico discapacitado, Rosa sufre la falta de un medico cerca y denuncia la falta de ambulancias para la zona.

El otro día un chiquito jugando se abrió la cabeza y no conseguimos ambulancia. Había gente con moto, pero no podes llevar al chico en moto. Tuvieron que conseguir un remis para llevarlo al centro a que lo atendieran. Por suerte no fue nada grave

Pero los problemas no terminan ahí. La falta de transportees otro problema grave. Los colectivos urbanos no llegan hasta el barrio y los interurbanos que pasan por la zona tienen una frecuencia muy acotada. El último colectivo pasa a las 11 de la noche.
Darío, mas conocido como “Alambre”, es un vecino del barrio. Trabaja con los chicos de Un Techo para mi Paíscomo profesor en la escuelita de fútbol.

Yo trabajo con los chicos para sacarlos de lo que pasa actualmente: el alcohol, las drogas. Trabajamos en la escuelita enseñándoles a respetarse y a ser compañeros. Les enseño a no gritarse. Desde que empezamos hasta ahora están mucho mas unidos, mas compañeros. Acá no buscamos estrellas, sino que los chicos se diviertan”.

Además de ayudar en la escuelita de fútbol, Alambreparticipó en uno de los talleres de capacitación de oficios de Un Techo. El curso duró tres meses y fue sobre electricidad. Este curso lo ayudó a desempeñarse mejor en su trabajo de albañil.
Actualmente quiere terminar el secundario, pero sin colectivos para volver a su casa, tiene que posponer el sueño.

Los voluntarios de Un Techo para mi País están trabajando en Km 12 desde hace más de un año. Actualmente se encuentran en la segunda fase del proyecto. A través de reuniones semanales, denominadas mesas de trabajo, planifican los pasos a seguir. Son concientes de que pertenecen a una de las tantas zonas olvidadas de nuestro país. Lejos de conformarse con su destino de “zona gris” trabajan día a día para superar la realidad que les toca vivir. Cansados de escuchar falsas promesas, en épocas electorales, y aprovechando la mano solidaria de los voluntarios, estas personas de a poco están formando su barrio con la esperanza de que en un futuro, no muy lejano, alguien en el Gobierno se acuerde que a un par de minutos de distancia, ellos están ahí.

Nosotros contra Ellos

Los números son el fiel reflejo de que algo malo esta pasando. La cantidad de pobres va en aumento, y parece que nadie puede ponerle un freno. O tal vez no quiera hacerlo.
La pobreza, indudablemente, trae aparejada la falta de educación. Y sin educación no hay futuro posible.
Todos los días escucho a alguien que se queja del Gobierno, sin tener en cuenta que el Gobierno esta ahí porque alguien lo eligió. O dejó de hacerlo.
Tal vez sea una mirada utópica, pero si no me permito el pensamiento romántico ahora, que me estoy formando, no se cuando podré hacerlo.

Todavía creo en el poder del voto. Probablemente porque desde muy chica me enseñaron que la democracia es la forma más perfecta de gobierno. Sin embargo, nuestra Argentina “democrática” no tiene ni el más mínimo atisbo de perfección. Y entiendo que muchos ya no crean. Pero también creo que dejar de creer es la forma más fácil de sacarse el problema de encima.
Y me enerva ver a mis pares, personas completamente educadas, eligiendo no elegir. Eso me hace pensar que tenemos un problema mucho más grande que la pobreza y la falta de educación.
También crecí sabiendo que Argentina era grande. La mejor. Con los años, en cambio, me desenamore de este país. Y creo que aquel Presidente que dijo que éramos un país bananero tenía razón.

Cuando alguien me mandó a la Villa a filmar “otra realidad” me molesté muchísimo. No por la tarea en si, sino por tener que escuchar esa división entre ellos y nosotros. Casi como si fueran un enemigo al que nos mandaban a estudiar.

Ellos y nosotros somos las dos caras de la misma moneda: la desigualdad. La injusticia que rige este mundo capitalista que no se si me da miedo o asco.
Y de pronto me baje de un colectivo que ni siquiera sabia que existía, y el aire limpio de Km 12 me sopapeo sin preámbulos. De pronto ellos y nosotros estábamos sentados en la tierra tomando mate, charlando como si nos conociéramos desde siempre.
Y ellos, llenos de proyectos, tan organizados me hicieron cuestionarme si es realmente la pobreza la que trae la falta de educación. Tal vez sea simple desinterés lo que nos tiene cada día mas entupidos.
Esas personas tan faltas de todo, pero con tantas ganas revivieron mi orgullo argentino.
Es tan poco lo que se necesita para tener una realidad mas justa que salí del barrio con sensaciones encontradas en mi cabeza: porque… si necesitamos tan poco para ayudar a quien lo necesita, si con una día a la semana yo puedo conseguir que un chico con la cabeza lastimada tenga un medico cerca, ¿como puede ser que entre todos no logremos frenar esta escalada de pobreza?
A lo mejor la solución sea mucho más simple de lo que pensamos. Una mano amiga puede más que mil planes trabajar. A lo mejor el principio de la solución sea simplemente eliminar el ellos de nuestras cabezas. Ser tan solo nosotros seria un buen comienzo.