sábado, 6 de septiembre de 2008

Nada

Todos los sábados camino a la mañana por el cerro. Siempre hago el mismo camino. Soy una mujer rutinaria.
En cambio, hoy me cansé de ver a la gente desayunando en El Gato. Y me dio nostalgia. Nostalgia de mi viejo camino. Ese que pasa por en frente del bar al que solía ir, en otro tiempo, en otra vida.

Me costó decidirme: vivo muy apegada a mis rutinas.
Pero que más da: hoy cambié, doblé por la YPF. Recibí el primer golpe: Aquel bar, ÉL bar, cerrado, roto, sucio, viejo. Ese tipo de palizas son las que nos hacen dar cuenta de como pasa el tiempo. Y de que la medición en años no suele ser la más certera cuando nos referimos a la memoria. En esa calle tengo tantos recuerdos apiñados que parecen haber sido vividos ayer, pero fueron hace unos cuatro años, y que por otro lado parecen estar a una vida de distancia.

La vida me fué cambiando en disonancia con el calendario.

Y seguí caminando: me habían levantado una tapia ahí donde nos escondíamos a fumar. No fue el primer faso, pero fueron los mejores. La paranoia del CAP dando vuelta a la manzana y la riza interminable que nos causaba ser tan paranoicos.
Y el rincón oscuro a la vuelta. Y los besos furtivos a escondidas para que nadie se enterara.

Hoy se que los secretos no existen en los grandes grupos de amigos.

Seguí caminando, ya sin nostalgia por el camino que caminé tantas noches, casi llorando y esperando el momento en el que él saliera de la nada y me dijera "Gaby, esperá. Me voy con vos"
Y me acordé de todas esas noches en las que él no apareció y que fueron borradas de un soplido por la noche en la que si apareció.
Y pasé por la plaza. El banco en el que nos dimos nuestro primer beso ya no estaba, ni estaba el árbol, ni mi viejo sacando a pasear el perro ni nosotros corriendo, dando la vuelta a la manzana porque yo estaba segura de que me iba a matar. (Por la hora a la que llegaba, no por estar con él)

ÉL, que fue el último él que escribí en mayúsculas (y que ya no es MI Él, sino que es el ÉL de ella, que por cierto dejó de ser mi amiga...)

Demasiados recuerdos para una sola mañana. Demasiada nostalgia.
Y entonces pasé por en frente de la que solía ser mi casa, y me acordé de mi vecina que pese a mis borracheras y los timbrazos a las 7 de la mañana todavía no puso rejas y nunca me miró con mala cara. Solo se limitó a señalarme “fijate bien, tu casa es la de dos pisos, la mía de uno”. Y me rio, me rio de mucho. Son esas anécdotas que, cuando les lavamos la vergüenza, nos hacen reír por horas.

Muchas cosas. Muchas vidas. Mucho tiempo. Suficiente por hoy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece que tenés mucha imaginación, parece buena la idea que quisiste plasmar, pero tu gramatica me parece muy pobre, al igual que el vocabulario. Igualmente, lo importante es la actitud..hay que seguir intentando! además creo que tendrías que seguir adelante y dejar de lado los fantasmas del pasado no te parece?