lunes, 25 de agosto de 2008

Prostituta de Colectivo

Nunca supe recibir los piropos. Tampoco es que reciba tantos... a lo mejor es por eso.
Hoy, y como todos los lunes, me volvía en el A6 de las 21.20. Como siempre que yo estoy cansada, venia lleno.
Me fui escabullendo hacia la parte de atrás por dos motivos:

a. Estaba huyendo de una vieja que se paraba al lado mío. Con ella cerca mis posibilidades de sentarme eran nulas.
b. Atrás esta la fila de asientos, hay mas oportunidades de que alguien se baje y yo llegue a agarrar uno.

La vieja decidió seguirme por todo el Bondi, y justo cuando yo me resignaba a morir de pie en el trayecto, se bajó un señor en diagonal a mí. Frente al asiento había otro señor con cara de venir de trabajar. Se quedo parado frente al asiento, me miró y me dijo "sentate". Decline el ofrecimiento: potencialmente el estaba tan o mas cansado que yo. Pero además no se veía bien que aceptara el asiento sin hacer el intento de que se lo ofreciera a la señora que me seguía rondando de cerca.
Pero el señor insistió. Por favor sentate, y se corrió para atrás. Y bueno. Mi gripe galopante, el calor de las ventanillas cerradas, la gente que me empujaba de la mochila, el dolor de cabeza... Todo junto era mucho. Y me senté.
Justo cuando empezaba a bajar para apoyarme en el asiento, el señor se despacho con un "te lo mereces"

-Gracias- conteste
-A las cosas lindas hay que cuidarlas-

Changos!!! Y de pronto me broto el colorado en la cara. Atiene a decir gracias de nuevo, aunque no se si me escuchó. Cuando tengo vergüenza hablo muy bajo. A veces me queda la duda y no se si lo verbalice o simplemente lo dije en mi cabeza. Y es real: me queda la duda, lo cual es bastante inconveniente, preguntarla a alguien "te dije tal y cual cosa" no se ve demasiado normal, pero si no decís nada al respecto y resulta que efectivamente el pensamiento quedó en tu cabeza quedas peor aún. Yo igual siempre opto por callarme la boca y mirar para otro lado, en lo posible una ventanilla.
Y no se si viene del todo al caso, pero hoy note que cada día tengo menos habilidad para hablar con la gente. Es una mezcla de vergüenza con introspección. O eso me digo, pero comienzo a sospechar que en realidad la gente cada día me interesa menos y finalmente terminaré recluida en mi cabeza, en una suerte de actividad masturbatoria mental.

Como sea, solo podía pensar en lo largo que iba a ser el viaje hasta mi casa con el señor mirándome desde arriba. Es la típica situación en la que el tiempo corre despacio, MUY DESPACIO.
Para mas, todavía estaba la señora, que en realidad no era tan vieja como yo pensaba mirándome de frente. Y no se si era paranoia mía o realmente deseo que me partiera un rayo y sentarse sobre mis restos humeantes. Me sentí como una prostituta de asientos. Su mirada de reprobación me culpaba por usar mis atributos descaradamente para lograr sentarme.
Y bueno, entre el señor, que me consideraba una COSA linda y la señora que me miraba con cara de “mira lo turra que salió la nena” yo solo me quería bajar. Rápido, donde fuera, pero rápido.
Por suerte tantee mi mochila y ahí estaban mis nunca tan amados diálogos de Platón (si, estoy presumiendo que leo los diálogos de Platón) y me puse a leer.
El señor, sin hacer comentario alguno, se corrió para no taparme la luz y a mi me dio mas vergüenza todavía. A la señora no me anime a mirarla, pero estoy segura de que me volvió a mirar con reprobación.

Y mi cuestionamiento, después de tanto preámbulo es: ¿Que se supone que una debe hacer en esos casos? Ante el piropo: ¿Cual es la respuesta amable que no haga a una parecer una desagradecida o una diva de colectivo, pero que no genere más charla?

Estas situaciones, cotidianas pero extrañas, me estresan. Gracias a Dios que existe Internet y ya no tenemos que dar tanto la cara...

No hay comentarios: